Faltaba una hora y media para las 19.15, el horario fijado inicialmente par el comienzo del duelo entre Huracán y River, cuando un llamado anónimo encendió las alarmas en el “Tomás Ducó”.
Una amenaza de bomba obligó a que el estadio fuera evacuado. Jugadores, cuerpos técnicos, dirigentes, auxiliares e hinchas debieron esperar en la zona adyacente al estadio “quemero” a que personal de la Brigada de Explosivos Policía Federal hiciera las pericias correspondientes. Y cuando se comprobó que todo había sido producto de algún chistoso, el “Globo” y el “Millonario” debieron saltar al campo con casi dos horas de atraso.
Fue River el que terminó viviendo un calvario en Parque Patricios. Porque un Huracán tan ordenado como efectivo le asestó un golpe durísimo al mentón. El juego terminó 1-0 a favor de los dirigidos por Gustavo Alfaro, gracias a un penal convertido por Ignacio Pussetto, pero eso fue lo de menos. Lo más llamativo es que River no levanta cabeza en la Superliga; sufre el torneo y ve cada vez más lejos a su archirrival, el cada vez más sólido y solitario puntero Boca.
Si bien en el complemento el duelo se jugó bien cerca de los dominios de Marcos Díaz, al “Millonario” le faltó pimienta en los últimos metros. Rafael Santos Borré estuvo demasiado errático y despilfarró dos chances claras para nivelar la lucha. Y ni el ingreso de Lucas Pratto pudo cambiar la historia.
Huracán aguantó con orden y displina táctica, para noquear a un River que sufre cada segundo del campeonato. (Especial)